Cómo devora el resentimiento y demás emociones inmaduras.
Si realmente supiéramos lo que somos, nunca nos aferraríamos a tal clase de emociones.
Somos responsables; libres de elegir; capaces de aciertos y errores; fuertes para asumirlos y humildes para agradecer nuestra naturaleza y ¡reír!
¡Allí radica nuestra felicidad!
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