martes, 4 de diciembre de 2018

Cada hoja del árbol ...

 Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.
Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar y hay otras que apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papa y nuestra amiga mama, que nos muestran lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros y luego pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.
Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma y del corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz y lo que necesitamos sin que se lo pidamos.
A veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces nos hemos enamorado y tenemos un amigo enamorado. Ese amigo da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Más también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.
También hay amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra y aunque no los vemos seguido están siempre cerca en nuestro corazón.
El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestras vidas.
Cada persona que pasa en nuestra vida es única y siempre, siempre, deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.
Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor y salud, hoy y siempre.
Sin embargo, habrá también los que se llevarán mucho y, habrá de los que no nos dejaran casi nada. Esta es la situación en la que se comprueba que dos almas no se encuentran por casualidad.

Anónimo

viernes, 30 de noviembre de 2018

Esencia y autogesión

 La esencia de la vida es pasar y si nos ocupamos en cultivar nuestro jardín de la mejor forma que podemos, un día levantaremos la vista y podremos valorar las extrañas y bonitas flores que están en los jardines vecinos y practicar el trueque.

Estemos a favor de la autogestión  y el cultivo personal antes de estar haciendo encargos, si no son necesarios,  a la "florería" (amistades, familia, a una pareja, etc.) ya que hay mucho paro de transporte en el afuera que no podemos controlar y que hace que las flores (en el peor de los casos) lleguen tarde, a destiempo, medio marchitas o no lleguen cuando mas las necesitamos.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Aunque la explicación sea de lo más bonita ...

 Un gran maestro de un templo zen necesitaba encontrar un reemplazo para su guardián, que había fallecido y que junto con él velaba por la seguridad del templo, así que convocó a todos los discípulos del templo para escoger al sucesor del guardián anterior.

El maestro dijo “Voy a presentarles un problema y el que lo resuelva primero será el nuevo guardián”.

Tras ello, colocó un florero de porcelana fina sobre un banco, delante de todos los discípulos. El florero era sumamente hermoso, se veía perfecto y algunas flores silvestres se encontraban en su interior.

El maestro se dirigió a los demás: “Éste es el problema”, retrocediendo unos pasos humildemente y sentándose frente a todos.

Los discípulos contemplaban el hermosísimo florero, sus detalles, las flores silvestres. El florero parecía tener, al menos, unos quinientos años y su belleza era admirable. “¿Qué tipo de acertijo era aquello?” se preguntaban, sin poder resolver el misterio que encerraba el bello florero.

Tras pasar cierto tiempo, un discípulo se levantó y ante el asombro (y horror) de todos los presentes cogió el florero, caminó unos pasos y lo lanzó al suelo, fuera de las puertas del templo, rompiéndolo en mil pedazos para finalmente, cerrar la puerta.

“Eres el nuevo guardián del templo” le dijo el maestro, indicándole al joven que volviera a a su sitio. El maestro se incorporó y le dijo a todos:

- No importa cuán bello sea. No importa cuán hermoso sea. No importa cuán caro sea. No importa cuán valioso sea, un problema es un problema y debe ser afrontado.